La silla de oficina, es una de las piezas más importantes del mobiliario, no en vano gracias a ella, nuestra jornada laboral será productiva y confortable para la salud.

Ya hemos hablado en anteriores ocasiones qué características se deben tener en cuenta en una silla, a la hora de plantear la sustitución de la vieja, comprando una nueva: piezas de las que se compone, ajustes necesarios personalizados a cada usuario, formas ergonómicas, materiales, etc. Pero, ¿te has preguntado cómo debemos cuidarla para que con el paso del tiempo y el uso prolongado, siga casi como nueva?

Esta semana, te daremos una serie de consejos para evitar el desgaste que se produce por ese uso prolongado y cómo preservar su durabilidad y funcionalidad.

Es indudable que en una silla de calidad siempre se obtendrá un mayor rendimiento, aún así, puede ser necesario el cambio de piezas en mal estado o desgastadas por su uso frecuente. Este puede ser el caso de ruedas, pistones de gas, reposabrazos, etc. Todas estas reparaciones se deben hacer al inicio de detectar el fallo, para evitar una rotura total. Igualmente, se deberá comprobar con cierta regularidad que todos los tornillos están debidamente apretados.

La tapicería, al igual que el relleno interior, se desgasta en el primer caso y pierde firmeza y se deforma en el segundo, contribuyendo a una perdida de confort. Retapizar y reemplazar el relleno de nuevo es una buena opción si el resto de la silla está en perfectas condiciones.

Tapicería, brazos y ruedas son las partes que mas se ensucian. Por ello, es indispensable una buena limpieza y desinfectado con los productos adecuados. Un aspirado frecuente pero no muy intenso para no dañar los materiales, eliminará los ácaros y bacterias tan perjudiciales para la salud, a la vez que redundará en el buen funcionamiento de la silla.

Por último, evita la exposición directa al sol, no excedas el peso recomendado de la silla y sobre todo, respeta las indicaciones del fabricante.