Ya sea por la antigüedad, las diferentes necesidades de los puestos de trabajo, o por las actuales formas de trabajo híbrido derivadas de la pandemia (o de las nuevas tecnologías), que nos obligan a reestructurar los espacios, lo cierto es que todo negocio, local u oficina, precisa en algún momento de una reforma parcial o integral. Seamos claros: las reformas no gustan a nadie, llevan su tiempo, son ruidosas e incómodas, pueden llegar a crear muchísimo estrés, etc., pero son completamente necesarias. Este hecho, que puede generar grandes quebraderos de cabeza para todos los involucrados, puede convertirse en un proceso más llevadero si tenemos en cuenta varios factores antes de acometerla y de cuyo resultado final, dependerá el confort y la productividad de nuestra empresa.

En primer lugar, independientemente de que se trate de una reforma integral o parcial, es importante contar con profesionales adecuados que te aconsejen y te ayuden a tomar decisiones para obtener el mejor resultado.  En este sentido, la elección de una sola empresa que realice todos los trabajos, facilitará que todos los operarios y especialistas trabajen coordinados. Este hecho puede favorecer que tanto el tiempo de ejecución y el presupuesto de la obra sea menor que si se contratan los mismos profesionales pero de empresas diferentes.

La implicación en el proyecto es fundamental. Nadie mejor que los mismos trabajadores para saber qué necesita tu empresa. Con su ayuda puedes averiguar en qué estado están las instalaciones y qué partes o elementos son los más importantes o urgentes de subsanar. Estos cambios, pueden ser estructurales, como un nuevo cableado, fontanería, climatización o un cambio organizativo en la distribución de espacios, con áreas de trabajo que se adapten a cada funcionalidad laboral.

Como hemos comentado en líneas anteriores, las reformas son molestas y nunca es un buen momento para empezar. Pero tomada la decisión de acometerla, es recomendable planificarla con tiempo y avisar a todos tus trabajadores para que puedan organizar su trabajo, a fin de que la actividad y productividad de la empresa se vea afectada lo menos posible. En este punto has de tener en cuenta la actividad, el número de trabajadores y el tipo de reforma para sopesar si es preferible un traslado temporal, seguir trabajando en la oficina a la par que la obra, realizándola por las noches o dejarla para el verano.

Para evitar problemas que puedan retrasar la finalización de la reforma es conveniente que conozcas la normativa y permisos que son necesarios para llevarla a cabo, sabiendo de antemano que todos los cambios que se van a realizar cumplen con la legislación vigente.

Aprovecha para deshacerte de todo aquello que no sea necesario. A menudo los almacenes y otros espacios de la oficina están llenos de aparatos que ya no utilizamos porque se han quedado obsoletos, impresoras, ordenadores, fotocopiadoras, mobiliario viejo o documentación que no sirve para nada. Es el momento de ganar espacio tirando todo aquello que además, solo proporciona desorden y suciedad.

Pasamos mucho tiempo en la oficina, por lo que conocer de antemano las necesidades del personal, tanto de forma individual como a nivel colectivo, redundará en el bienestar de todos. Los pequeños detalles pueden hacer que la oficina sea una espacio operativo pero cómodo, en donde se percibe el bienestar y el confort.

Por último, finalizada la reforma estructural y organizativa de todo el espacio, la decoración debe plasmar la filosofía de la empresa. Una estética acordé a ésta, con los colores corporativos o un diseño estudiado de colores y mobiliario de oficina, determina la imagen que se quiere proyectar a todos los clientes.

En GIO, te ofrecemos nuestra experiencia en reformas, diseño y decoración de locales, negocios y oficinas para hacer que todo este proceso de cambio sea agradable y obtengas los resultados esperados.