La asertividad, no es una cualidad innata, es decir, no es algo con lo que nacemos, sino más bien es una habilidad o conducta aprendida que podemos modificar o mejorar a través de experiencias anteriores vividas y, como ya dijimos la semana anterior, consiste en comunicarse con los demás de una forma satisfactoria, expresando una situación en tono respetuoso.

No siempre las situaciones complicadas derivadas del trabajo, se gestionan adecuadamente. Aspectos tales como la confianza en uno mismo, plantear los conflictos de forma apropiada y en el momento idóneo evitan el estrés, la disminución del rendimiento y la creatividad, así como, la frustración laboral que pueden desembocar en el síndrome del trabajador quemado.

Por ello, esta semana daremos algunos consejos para desarrollar la asertividad en el trabajo y enfrentarse de forma respetuosa y responsable a situaciones desfavorables.

En primer lugar, ser más asertivo no significa decir siempre «no» por sistema para parecer más exigente. Se debe analizar cual es el fin a conseguir y planear con antelación lo que se va a decir y cómo. Es importante que se cuide la comunicación no verbal y el tono de voz, adoptando una postura relajada. El planteamiento debe ser directo y conciso, evitando dar más información de la necesaria para que quienes escuchan, dejen de prestar atención. Es primordial escoger cuidadosamente el momento; las prisas o un estado emocional negativo puede trastocar los resultados de la conversación.

Es importante escuchar a los demás para comprender y empatizar con sus peticiones. Sólo escuchando y entendiendo otras situaciones o planteamientos, se podrán encontrar soluciones. En este punto es necesario aprender a encontrar el equilibrio, ya que tan perjudicial es pasarse por hacer valer tus argumentos como no luchar por ellos. Lo primero puede ser  considerado como agresividad y lo segundo como incapacidad o docilidad.

Para medir el grado de asertividad de uno mismo, puede ser de gran ayuda preguntar a los compañeros qué imagen se proyecta entre ellos a la hora de expresarse, así podrás centrarte en los puntos que debes mejorar.

Por último, para defender una postura o reivindicación, hay que hacerlo con seguridad, evitando expresiones que quiten valor a tus argumentos y causen la impresión de que lo que se defiende, en realidad no es tan importante.

Si ser asertivo reduce el estrés laboral y aumenta la satisfacción con el trabajo, contribuyendo a mejorar el clima en la oficina y las relaciones entre nuestros compañeros ¿Por qué no intentarlo?