El frío nos ha cogido de nuevo desprevenidos y otro año más tenemos que hablar de la importancia de los materiales y el aislamiento para preservar tanto nuestra salud como nuestro bolsillo. Y si en casa se nota, en la oficina todavía más: muchas horas sentados, espacios grandes y sistemas de climatización que no siempre están bien ajustados.

A continuación, algunas ideas sencillas para mejorar el confort de los empleados y reducir el gasto en calefacción de cara al invierno.

1. Aislamiento básico que marca la diferencia

  • Ventanas y puertas: revisar juntas, colocar burletes y, si es posible, apostar por doble acristalamiento reduce notablemente las pérdidas de calor.
  • Cortinas y estores: ayudan a frenar el frío por la noche y, durante el día, permiten aprovechar el sol en las zonas con mejor orientación.
  • Suelos: alfombras o moquetas modulares disminuyen la sensación de frío en los pies, algo clave en puestos estáticos.

2. Cómo influye el mobiliario y la distribución

  • Colocar bien los puestos: evitar mesas junto a puertas de acceso, ventanas que se abren continuamente o zonas con corrientes.
  • No tapar radiadores ni rejillas: muebles altos, archivadores o biombos delante de los sistemas de climatización obligan a subir la potencia para conseguir la misma temperatura.
  • Paneles separadores: además de mejorar la acústica, ayudan a cortar corrientes de aire y crean espacios de trabajo más recogidos.

3. Sacar más partido a la calefacción

  • Termostatos y horarios: programar la calefacción según el uso real de la oficina (entrada, comida, salida) evita calentar espacios vacíos.
  • Temperatura razonable: mantener la oficina en torno a 20–22 ºC es suficiente para trabajar con comodidad; cada grado extra puede incrementar sensiblemente el consumo.
  • Mantenimiento: limpiar filtros, revisar equipos y purgar radiadores mejora el rendimiento sin necesidad de nuevas inversiones.

4. Hábitos y cultura de confort

  • Vestimenta flexible: permitir capas y prendas algo más abrigadas ayuda a que cada persona se adapte mejor al ambiente.
  • Normas claras de uso del termostato: evitar que cada uno ajuste la temperatura a su gusto reduce conflictos y picos de consumo.
  • Escuchar a los equipos: detectar “puntos fríos” o corrientes concretas permite actuar de forma muy precisa y efectiva.

Preparar la oficina para el invierno no consiste solo en subir la calefacción, sino en combinar buen aislamiento, mobiliario bien pensado, ajustes inteligentes del sistema y hábitos adecuados. Con pequeñas decisiones se puede lograr un espacio de trabajo más confortable para las personas… y bastante más amable con la factura energética.