A primeros de junio cambia la tarifa de la luz en todas sus modalidades, con discriminación horaria en tres franjas, diferentes tramos de potencia y por consiguiente diferentes precios. A este cambio regulado por Ley, todos tenemos que adaptarnos, seamos particulares o pequeñas o grandes empresas.
Los edificios de oficinas son, con diferencia, los que más energía consumen dentro del sector servicios. Aparte del consumo eléctrico, que solamente en iluminación puede suponer hasta un 30% de los gastos totales de una empresa, existen otros consumos asociados que es necesario reducir. Establecer una serie de medidas energéticas sin reducir el confort y de una forma económica no es tan difícil, pero depende de la concienciación y compromiso de todos.
A continuación establecemos una serie de consejos que puedes poner en marcha fácilmente:
• La Iluminación es el mayor gasto con el que cuentan las oficinas. Diseñar los puestos de trabajo de forma que se aproveche mejor la luz natural es una buena opción. Con ello puede reducirse el consumo de luz artificial, encendiéndola cuando la natural descienda o en aquellas zonas en las que no exista otra posibilidad. En estos casos, la sustitución de bombillas de bajo consumo es fundamental. Por otra parte, deberemos habituarnos a apagar las luces cuando no sea necesario o disponer de sistemas detectores que se encienden cuando detectan movimiento.
• La climatización suele ser el tema más complejo y el que más quejas y discusiones genera en una oficina. Mantener una temperatura al gusto de todos, ya sea en verano o invierno, es difícil, sin embargo no por ello imposible. Pero independientemente de llegar a un acuerdo con los compañeros en la temperatura del termostato, hay acciones que todos podemos evitar como: mantener las ventanas cerradas, no cubrir con ropa u otros objetos los aparatos, programar su funcionamiento y por supuesto, apagarlo cuando no sea necesario y al final de la jornada laboral.
• El equipamiento de trabajo como ordenadores, fotocopiadoras, impresoras no solo generan calor, lo que provocará un uso continuado de los aparatos de climatización, sino que consume mucha energía. Apagarlos cuando no sea necesaria su utilización es esencial.
• El uso razonable de ascensores puede suponer un ahorro importante en el gasto de energía. Subir o bajar a pie cuando no son demasiados pisos, resulta saludable, sobre todo si estamos mucho tiempo sentados a lo largo de la jornada laboral. Por otra parte, utilizar sistemas de control de llamada evita consumos innecesarios.
• El uso de material de oficina como papel, tonner, plásticos, etc., supone un gasto de energía indirecto, pero ambientalmente muy elevado. Reducir su consumo reciclando o reutilizando hará minimizar el consumo.
• El uso del agua genera un gasto doble: como recurso y por el calentamiento para el uso. Afortunadamente, es quizá uno de los recursos con el que más comprometidos estamos, por lo que ya es muy común entre nosotros actitudes de ahorro, como cerciorarse de cerrar bien los grifos, gastar el agua necesaria sin despilfarrar, no utilizar el inodoro como papelera, etc. Por otra parte, existen sistemas de reducción del caudal o sistemas de detección de presencia que harán disminuir el consumo.
Independientemente de los costes económicos, todos estamos cada vez más informados y concienciados de los costes ambientales asociados a un consumo desconsiderado de la energía. Nos corresponde ser responsables, y poner nuestro granito de arena con acciones y gestos que, en realidad, son sencillos y nos benefician a todos.